31 oct 2008

América


“America” por Allen Ginsberg




América, te lo he dado todo y ahora no soy nada.
América, dos dólares y veintisite centavos. 17 de Enero de 1956.
No aguanto mi propia mente.
América, ¿Cuándo pondremos fin a la guerra entre seres humanos?
Que te jodan a ti y a tu bomba atómica.
No me siento bien, no me molestes.
No pienso escribir este poema hasta que esté cuerdo.
América, ¿Cuándo nos portaremos bien?
¿Cuándo vas a desnudarte?
¿Cuándo vas a mirarte a través de la tumba?
¿Cuando serás merecedora de tu millón de trotskistas?
América, ¿Por qué están llenas de lágrimas tus bibliotecas?
América, ¿Cuándo enviarás tus huevos a India?
Estoy harto de tus absurdas exigencias.
¿Cuándo voy a poder ir al supermercado y comprar lo que necesite con mi cara bonita?
América, después de todo, somos tú y yo los que somos perfectos, y no el otro mundo.
Tu maquinaria es demasiado para mí.
Me haces querer ser un santo.
Debe haber otra manera de poner fin a esta discusión.
Burroughs está en Tánger y no creo que vuelva. Sería demasiado perverso.
¿Acaso tratas de ser perversa o es sólo una broma de mal gusto?
Intentaré ir al grano.
Rechazo renunciar a mi obsesión.
América, deja de presionarme. Sé lo que estoy haciendo.
América, las flores del ciruelo están cayendo.
No he leído los periódicos durante meses, cada día alguien es juzgado por asesinato.
América, me solidarizo con los sindicalistas.
América, cuando era niño era comunista y no me arrepiento.
Fumo marihuana siempre que tengo la oportunidad.
Me siento en mi casa durante días enteros contemplando las rosas en el armario.
Cuando voy al Barrio Chino me emborracho y nunca me acuesto con nadie.
Estoy convencido de que van a haber problemas.
Me deberías haber visto leyendo a Marx.
Mi psicoanalista cree que estoy perfectamente bien.
No pienso rezar el Padrenuestro.
Suelo tener visiones místicas y vibraciones cósmicas.
América, aún no te he dicho nada sobre lo que le hiciste a Tío Max cuando volvió de Rusia.

Estoy hablando contigo.
¿O acaso vas a permitir que nuestra vida emocional sea dirigida por la revista Time?
Estoy obsesionado con la revista Time. La leo cada semana.
Su portada me mira cada vez que giro la esquina de la tienda de golosinas.
La leo en el sótano de la biblioteca pública de Berkley.
Siempre me habla sobre responsabilidad. Los hombres de negocios son serios. Los productores de películas son serios.
Todo el mundo es serio menos yo.
Y me da por pensar que yo soy América.
Estoy hablando solo otra vez.

Asia se alza contra mí.
No tengo la más mínima opción.
Será mejor que tenga en cuenta mis recursos nacionales.
Mis recursos nacionales consisten en dos porros de marihuana, millones de genitales, un literatura privada no publicable que va a 1400 millas por hora y veinticinco mil sanatorios mentales.
No digo nada sobre mis prisiones, ni sobre los millones de desgraciados que viven en mis macetas bajo la luz de quinientos soles.
Ya he acabado con las casas de putas de Francia, Tánger es la siguiente.
Mi ambición es llegar a ser presidente a pesar de ser católico.

América, ¿Cómo voy a escribir una santa letanía con tu mal humor?
Continuaré, como Henry Ford, ya que mis estrofas son tan personas como sus coches.
Más aún, son todas de diferentes sexos.
América, te venderé estrofas a 2.500 dólares la pieza. 500 dólares de rebaja por tus estrofas viejas.
América, libera a Tom Mooney.
América, salva a los republicanos españoles.
América, Sacco y Vanzetti no deben morir.
América, yo también soy los chicos de Scottsboro.
América, cuando tenía siete años mamá me llevaba a las reuniones de la Célula Comunista, nos vendían garbanzos, un puñado por entrada, una entrada costaba un niquel y los discursos eran gratis.
Todo el mundo era amable y solidario con los trabajadores.
¡Todo era tan sincero! No te haces una idea de lo bueno que era el partido en 1935.
Scott Nearing era todo un gran anciano, un verdadero mensch.
Madre Bloor me hizo llorar. Incluso una vez ví a Israel Amter con mis propios ojos.
Todo el mundo debe haber sido espía.

América, en realidad tú no quieres la guerra.
América, son ellos los rusos malos.
Los rusos, los rusos y también los chinos. Y los rusos.
Rusia quiere comernos vivos. El poder loco de Rusia. Quiere sacar nuestros coches de nuestros garajes.
Quiere llevarse Chicago. Necesita un Reader’s Digest Rojo. Quiere tener nuestras fábricas de coches en Siberia. Con su enorme burocracia controlando nuestras gasolineras.
Y eso no es bueno. Argh. Ellos enseñar a Indios a leer. Él necesitar grandes negratas.
Ahh. Ella hacernos trabajar dieciséis horas al día. ¡Socorro!
América, esto es algo bastante serio.
América, esta es la impresión que te llevas al ver la televisión.
América, ¿Son así las cosas?
Mejor debería irme al trabajo.
Es verdad que no me quiero apuntar al ejercito o manejar un torno en fábricas de repuestos.
De todos modos, soy miope y psicópata.
América, trataré de arrimar mi hombro de maricón.


Poema: América (Allen Ginsberg)
Adaptación: Chaos condensed
Traducción de lautreamont


27 abr 2008

Tristeza verde


Me gusta el verde. Me gusta ver a una chica dulce caminar con su gabardina verde clorofila. Seguro que Lorca se inspiró en una chica dulce caminando con una gabardina verde que te quiero verde y el pelo danzando sobre el viento desordenado y los ojos rotos por un amor y la lluvia (dime, ¿en realidad es lluvia o niebla?) arañando sus labios mientras el olor a tormenta de primavera, incluso antes de estallar en el cielo gris plata, castiga a los peces del estanque y a las golondrinas del parque. Una chica a la que las goteras le hacen llorar cuando gatea sola por la zone vieille de la ciudad mientras las fuentes intentan secar sus pestañas para inundar las alcantarillas donde esperan barcos de papel naufragados que un día los niños sin manos lanzaron al desagüe de sus secretos. Las nubes le acribillan en silencio al escuchar la canción desesperada... la canción desesperada... la canción desesperada que habla de ella aunque no fue escrita para ella, que habla de ella aunque no tiene letra, que hable de ella porque está triste y en los días tristes (todo el triste mundo lo sabe) las tristes melodías son tristes puñaladas que tristemente se quedan para siempre. Qué triste...

14 feb 2008

La mentira de amar el amor

Que el amor no existe. Que todo es un invento del corazón en su intento de jugar a ser Dios todas las noches de insomnio. Que tus ojos no brillan cuando hablas de ella/él, pues sólo es un reflejo en el espejo opaco de tu psique que todos fingen ver para no mostrarte la real realidad. Que tu corazón-coraza-acorazado no palpita más fuerte al pensarla/le, así que no temas: no saldrá disparado de tu pecho desnudo para estamparse en la pared de enfrente encharcando de sangre el suelo para que los duendes de la melancolía se embriaguen y resbalen.

¡Que no! No existe el amor. Y tampoco existen los sueños compartidos rompiendo a voces cantadas los amaneceres de invierno mientras los pájaros marchitos se arrancan las legañas para ofrecérselas a sus crías hambrientas de sed. ¡Desengáñate! El viento no arrastra su voz hacia ti, silabeando bellos poemas mentirosos sobre sentimientos que no viven, sino que es sólo la esquizofrenia de tu paranoya que te recuerda un día más tu locura.

- ¡Loco!
- ¿Loco quién?
- Loco tú por creer en el amor...

Es falso. Falso como los recuerdos que creímos vivir en nuestra infancia, desesperadamente arrebatada por terroristas de sueños ignífugos, pero que nunca fueron. Ni los recuerdos ni los sueños. Falso como la caricatura de la luna a la luz del día. ¿Dónde está la perla pálida que de noche lloraba en mi oído consolándome para olvidarse de su gélido rostro?
Todos tenemos una cara distinta.
Y la luna no iba a ser menos.
También ella es falsa.

No hay amor. No es que esté escondido bajo la alfombra de colores del vagabundo de la esquina. No. Simplemente no hay amor. Ni en las sonrisas de los niños dibujados en las poesías, ni en los jardines de los cementerios, ni en los libros empolvados del último estante, ni entre los números del calendario del año pasado ni en ningún otro sitio, ¡joder!

Es sólo pasión lujuria, sexo, apetito, arrebato, delirio, entusiasmo, frenesí, vehemencia, pornografía, desenfreno, impudicia, lascivia, obscenidad, rijosidad, erotismo, concupiscencia, picardía, sudor, sensualidad, incontinencia, avidez y fiebre en los días pares reservando (en la única taquilla con la cerradura rota) dolor, llanto, suplicio, tortura, desconsuelo, tristeza, amargura, tormento, pena, desilusión, soledad, inquietud, sufrimiento, desolación, masturbación, lamento, martirio, sinsabor, pesadumbre, fastidio, desánimo y lágrimas para los días impares. Y desamor en todos ellos...

9 feb 2008

Llueve cristal

Se sentaron en el único banco de madera del largo y serpenteante paseo marítimo cuando comenzó a llover. Era una fina y helada lluvia que le recordó a la trágica poesía que siempre le susurraba después de hacer el amor entre suspiros ahogados. La miró fijamente de soslayo y trató de grabar con extrema precisión su cabello color caoba, liso y reluciente, bailando al ritmo de la brisa. Ella, ajena al dolor que estaba a punto de sufrir, mantenía su mirada impávida en una duna de la playa desierta, en un intento de ahogar sus difusas e incontroladas ideas hasta que el viento, cumpliendo su función, las dejara de nuevo al descubierto.El fragor del oleaje iba en aumento, atropellando a las rocas y la arena parecía flotar en el preludio del final. La tormenta había comenzado.

- Cristal.

Ella, al oír su nombre, rompió a llorar en silencio. Le había delatado el tono de su voz, que poco a poco se fue quebrando a medida que inflaba de vida a las siete minúsculas pero grandiosas letras de su nombre. Su voz se había roto como eso, como lo que estaba pronunciando: un simple cristal. Siempre que escuchaba sus sollozos terminaba uniéndose a ella, convirtiéndose en los únicos personajes de una obra sin entradas a la venta. Así, las lágrimas de ambos se juntaban en sus bocas abrasándoles las lenguas, al tiempo que éstas se abrazaban en el delirio de su amor.Pero ya no sería igual. Ahora todo sería aún más complicado. Prestar atención a las gotas que se derramaban por el acantilado de sus mejillas al aunísono que recitaba la despedida era algo con lo que no contaba.

- No quiero matarte, ni borrarte, ni siquiera quiero olvidarte. Sólo quiero hacerte invisible.
- ¿Y por qué no hacerlo juntos como hemos hecho hasta ahora?
- Porque ahora es tiempo para aprender a amar. Es algo que yo puedo ofrecerte, pero no darte. Por eso debes empezar a soñar ahora, antes de que sea tarde.
Las palabras habían surgido de su interior sin pensar, como un volcán recién despertado que se arranca a arañazos las legañas, por eso no les encontró ningún sentido. Sin embargo ella sintió un nuevo alfiler clavándose en su interior y su lamento fue in crescendo mientras la sangre que goteaba de su corazón le escocía el alma. O quizás fue coincidencia. Pero, concentrada en sofocar el incendio que arrasaba su interior, no percibió él se estaba consumiendo por dentro, que su músculo de vida iba a explotar de un momento a otro, que inhalaba aire convulsivamente y que la peor tormenta no era la que se desarrollaba en el cielo con las nubes eclipsando la pálida luna, sino la que tenía lugar en la mente del hombre al que todavía amaba.

Y mientras el silencio inunda sus oídos, las lágrimas de cristal de Cristal se enredan y se confunden con las lanzas de la lluvia. “El silencio en el olvido duele” piensa él. Y en ese instante en desea volver a conocerla para notar esa (des)agradable sensación de ingravidez una vez más.“Si pudiera mirarte como antes lo hacía para absorber tu dolor y aliviarte... Si pudiera sonreírte justo ahora para secar tus lágrimas mientras no dejas de juguetear con tus inquietas manos... Si pudiera dejar de cometer el mismo error una y otra vez para que el tiempo no se escape de entre nuestros cuerpos. Si supieras que antes de sumergir mi cabeza en una pesadilla sin sentido, el eco de estas palabras retumba cada noche en mi mente, no llegarías a entenderme, pero quizás me comprenderías.” Sabe que si pronuncia ese testimonio (su secreto) la convencerá. Pero no se atreve.

- Soñar implicaría decir no a la realidad -rebatió- y siempre que dices no, la gente piensa que nada te importa.
- Soñar implica crear tu propia realidad sin negar la que ya existe. Es doble o nada.

No quería decir nada. Sabía que trataría de encontrarle el contrasentido a cualquier idea que expresara, por lo que no se molestó en buscar palabras bonitas y comprensibles para idealizar el momento. Sin embargo ella se acercó a él hasta que sus alientos se confundieron.

- ¿Sabes qué? A partir de ahora pasaré los días encogida en el rincón más oscuro de mi habitación, esperando tu llegada. Dejaré la puerta entreabierta, dejando penetrar la tenue luz, para ver si en mis solitarias noches puedo disiparte entre la densa niebla del pasadizo secreto que te conduzca hacia mi. Sin embargo dejaré cerrada la ventana. Has escapado por ella, pero tus huellas se borrarán y no sabrás regresar por dónde huíste. Sólo podrás llegar a mí de una única forma. ¿Sencillo? Antes tendrás que recorrer el largo y sinuoso pasillo parándote en cada puerta que encuentres, superando el destino que te espera en cada una de esas salas. No será fácil como sospecha tu mirada ahora, pero si logras llegar al final reconocerás la recompensa. No obstante, si llegas tarde, quizás ya sea invisible, como tanto deseas.
- No iré a por ti y lo sabes.
- Me has dicho que empiece a soñar y eso hago. Además, no soy yo quien te hablaba bobo. Eran palabras de ese sentimiento que pareces haber olvidado.

Ya había dejado de sollozar y ahora su cara dibujaba una sonrisa tan tierna y melancólica que parecía haber entrado en un estado de locura irreversible. Le acarició el rostro con la mano derecha mientras la otra se perdía entre su pelo y le cosió un beso en la mejilla con aquellos labios de gominola. Un beso de adolescente, de colegiala. Un besito. Después, marcando cuidadosa y detalladamente sus movimientos, se levantó y se fue por el camino contrario al que había llegado entre aquellos brazos que ahora manchaban el rostro del hombre que permanecía allí sentado.
Intentó reaccionar pero su cuerpo no se inmutó. Abatido, agachó la cabeza y encontró un estanque en miniatura formado por lágrimas dulces que refirmaba que aquella escena había sucedido realmente. Lo distinguió del resto de charcos porque brillaba con mayor intensidad y, justo en el centro, una gota de sangre flotaba sin un rumbo definido.
Antes de dejarse llevar por el ensordecedor grito de su conciencia, antes de encontrase perdido en el lento pasar de los segundos, de los minutos, de las horas, del espacio... de la vida. Antes incluso de que empezara a desesperarse en la sórdida soledad, el viento se apagó y él se sintió como un reloj sin tiempo, como un trozo de madera flotando a la deriva, perdido en el abismo de su nostalgia, y la única lágrima que derramó, puso un toque de amargura en aquel charquito de lágrimas delicadas. Acto seguido, ardió y se transformó en aire (im)puro.

Hoy anda buscando un destino pero no lo encuentra. Vive con el único recuerdo del fotograma de su cabello.
Ella, conservó en su memoria aquel poema, y se lo recita cada noche a aquellos que se atreven a naufragar en sus sábanas para más tarde ahogarse de gozo.

14 ene 2008

Los besos ciegan



Se mordió los labios hasta que le sangraron los silencios
. Sus dientes se tiñeron del color de la sangre herida a traición y la lengua confusa intentaba resucitar ante el crimen que había presenciado. Acababa de plantarle el último beso y ahora intentaba buscar la esencia de su saliva entre los labios pálidos y delgados y mentirosos. Pero sólo nacía sangre. Y saboreándola, recuerda cómo ella se masturbaba al contemplar el color de la vida ajena. Mañana, las grietas le recordarían que por un momento aparentemente indefinido la tuvo dentro de él y no sabía cómo actuar. Y pasado mañana el picor le traería a su memoria la inocencia de quien besa por primera vez a una princesa de boca prostituta. Y para su desesperación definitiva, tres días más tarde las cicatrices le recordarían que su dulce, tierna, suave, fría y muerta piel había rozado sus labios y no al revés, como creyó en un primer contacto.

Más tarde (quién sabe cuándo), las mariposas chocarán con sus alas contra los párpados bañados en pálida nieve y las pestañas congeladas a modo de estalactitas quebrarán hasta clavarse en sus pies cojos de caminos verdaderos. Así, no podrá abrir los ojos hasta que la nieve se derrita con las ansiadas primeras horas de sol primaveral. Y en abril, la lluvia de rayos solares le cegará ante la ausencia de pestañas. Estará eternamente condenado a no ver.
A no ver que el cielo negro se cae cuando los pájaros emprenden su vuelo migratorio. A no ver que el ojo del mundo arde bajo los dardos de un ejército de lágrimas en una misión humanitaria sin sentido. A no ver que las hojas llueven de los árboles en otoño y pasos indiscretos las matan, las asesinan contra el suelo creando la melancolía sonora. A no ver como los esqueletos despiertan cada noche de luna llena para bailar el vals de la vida con la música de sus huesos carcomidos por gusanos de tumba barata y atea.





6 ene 2008

Están asesinando tus sueños



Audio: La televisión no lo filma, 713avo amor

Video: Ilegal, Pedro Jiménez

5 ene 2008

Choiva

La lluvia navega por el cielo sin miedo, sin ganas, sin fuerza, hasta morir en silencio entre las viejas piedras de esta ciudad enamorada. Sus afiladas y finas lanzas atraviesan las paredes recubiertas de gélido musgo donde habitan pequeños sueños jamás contados. La gente camina ciega y sin sentido por pequeñas calles que no habían conocido antes, mientras un vagabundo sin vida grita que "La lluvia transforma a los amigos y oscurece aún más las sombras de los enemigos". Sus palabras salen disparadas con violencia de su boca pero su sangre no viaja por las venas heridas de su cuerpo lastimado. A su lado, un perro exiliado se arrastra por las alcantarillas buscando la luz de una farola extranjera , pero no la encuentra, pues en esta ciudad no hay extranjeros ni nacionales; todos somos.

Las luces nacaradas de las estrellas se reflejan en los charcos formados sobre el asfalto, no por la lluvia, sino por las lágrimas sucias de dolor negra. Y la lluvia sigue cayendo en cascada por el aire de diciembre. Entre nosotros te diré que, si las nubes continúan castigándonos un poco más, nadie será capaz de secar la ciudad. Sus habitantes  se verán obligados a huir, mientras que una minoría permaneceremos hasta el final de su injusta ejecución en un intento de suicidio voluntario, pero no colectivo, pues aunque compartimos nuestro amor por la ciudad, somos individuos melancólicos, tediosos y egocéntricos.
Sobre todo egocéntricos... Sobre todo melancólicos.